"El abrazo de los amantes": historia de una pedida...

La brisa acaricia leve su espalda semi descubierta. Camina a ciegas hacia no sabe dónde y sin embargo va confiada, a pesar de que si no la dirigieran cabría la posibilidad de caer al abismo. El mismo abismo donde el eco del viento golpea las paredes rocosas de los acantilados. La piedra caliza es testigo de aquella estampa. Los pinos que se encaraman por los bordes de los barrancos, dejan de mover entonces sus ramas por no molestar. Él, de tirantes y con la pajarita que ella acaba de regalarle en el bolsillo, guía a la joven de melena negra recogida en una coleta, dejando la nuca al descubierto.  

Andan despacio hacia la estructura de madera montada para la ocasión. La copa un velo que vuela incesante. El joven cede el paso a la novia, que se sienta algo torpe sobre unas balas de paja. Con la vista anulada temporalmente, pareciera que el resto de sus sentidos se agudizasen. El olor de unos quesos curados mezclado con el de frutos rojos penetra en su nariz. El aire acariciando la piel del hombro sin cubrir. El sonido de algún ave perdida a lo lejos...

Su voz temblorosa rompe entonces el silencio:

- Mi primera historia de amor empezó siendo ambos muy niños y entonces casarse parecía el siguiente paso. Pero cuando dos personas se aman de verdad se comprometen de verdad. El matrimonio debe de ser una muestra de voluntad. Una decisión que van a vivir toda la vida. Cada día. Incluso en los malos momentos, cuando las cosas puedan ir mal y rendirse parezca lo más fácil.

A la vez ha anudado el anular de ella con un pequeño cordel.

- Es entonces cuando hay que aferrarse a esa decisión, a esa elección de amarse aunque el amor ya sólo penda de un hilo.

Traga saliva, y visiblemente emocionado añade:-Hubo una vez en que dejé que ese hilo se rompiese. Esta vez nada podrá con él.

El anillo se desliza suavemente por aquel trozo de cuerda y ella siente de pronto que algo queda encajado en el dedo. Su corazón quiere salirle del pecho.

Él le pide que desnude sus ojos. Retirada la venda, sus párpados aún cerrados cubiertos de purpurina, se despegan tímidamente. Su mirada acompaña a la sonrisa que dibujan sus labios.

- Quieres casarte conmigo?

- Sí, quiero. Sí.

La visión de Hemisferio Creativo...